En la cuarta entrega de la nueva sección Entrevistando a la Resistencia, en que entrevisto a activistas, artistas y, en la mayoría de casos, ambas; os traigo una entrevista con Alexandre, activista galego comunista y "marica" (twitter.com/Bechologo).
Adjunto a continuación la susodicha entrevista.
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¿Cuáles
son tus demandas o tus exigencias a los activismos/movimientos LGBTI
hegemónicos como sujeto que se sale de diversas formas del "modelo de
gay" y el "modelo de hombre" (con sus correspondientes
necesidades y reivindicaciones) propuesto por estos?
Para
empezar le pido a las organizaciones LGBTI que dejen de intentar que copiemos
el modelo de vida heterosexual. El amor romántico, el matrimonio, la familia
nuclear, no son más que estructuras arcaicas y en gran medida tóxicas. Que las
personas homosexuales y bisexuales tengamos acceso a ellas, aún siendo un signo
de mejoría en nuestro estatus social, no debe ser nuestro objetivo como
movimiento. Les dejo la crítica a los movimientos trans e intersex hegemónicos
a personas trans e intersex.
Otro
problema que veo a los activismos LGBTI más recientes, y por decirlo así, más liberales,
es que se centran demasiado en la defensa de las identidades como aspiración
principal. Desde el análisis marxista se considera a las etiquetas LGBTI no
tanto identidades como posiciones de resistencia y de lucha contra unas
violencias específicas. Para mi “gay” no es algo que me conforma a mi como
individuo, sino que es desde donde lucho contra una sociedad que nos discrimina
por ser hombres que se sienten atraídos por hombres. Por supuesto “hombre gay”
no define al 100% mi percepción individual del género o del deseo, pero es que
no lo veo necesario, o ni siquiera positivo. Las etiquetas, ya sean LGBTI,
hombre, mujer, negra, gordo, loca, etc. son respuestas a un sistema opresivo y
deben ser incómodas de por sí porque nos son impuestas desde fuera. Considero
que centrar tu activismo en buscar una combinación de etiquetas que te defina y
con la que te sientas cómode es por una parte individualista y por otra
contraproducente.
¿Cuál o cuáles crees que son, o deberían ser, los objetivos últimos de los
activismos/movimientos LGBTI? Cómo contribuyes, o esperas contribuir un día, a
que logremos estos objetivos?
Sinceramente
creo que la única forma de que las personas LGBTI dejen de estar oprimidas por
la sociedad es la abolición del género. Mientras la humanidad sea dividida en
dos categorías arbitrarias como son las de hombre y mujer, o incluso en el
hipotético caso de sumar más categorías como terceros o cuartos géneros,
siempre habrá un “policing” sobre como se relacionan las personas encuadradas
en las distintas categorías entre si, y como nos movemos de una categoría a
otra.
El
activismo LGBTI más pro-stablishment parece creer que es posible conseguir que
no nos peguen por la calle solo con visibilizar esa violencia y normalizar
nuestra existencia, pero desde mi punto de vista por muy integradas y aceptadas
que estemos en la sociedad mientras siga existiendo el género las personas no
cishetero seguiremos siendo “lo otro”, y de una forma o de otra se seguirá
generando un rechazo hacia esa alteridad que cobrará la forma de distintas
violencias.
También
soy consciente de que este es un objetivo a largo plazo y que une tanto a las
luchas LGBTI como la feminista. La comunidad necesita tanto que tengamos claro
el objetivo final como que en paralelo luchemos por cosas que puedan mejorar la
vida y reducir las violencias recibidas por personas LGBTI hoy en día.
En
cuanto a cómo contribuyo personalmente a trabajar por estos objetivos diría que
de dos formas, creando lazos con otras personas LGBTI y compartiendo
experiencias y opiniones con ellas de forma que nos formamos mutuamente, y por
otra parte mediante la militancia activa. Formo parte de Avante LGTB, una
organización LGTB galega, feminista y anticapitalista que hemos creado
recientemente pero tiene mucho futuro, así como milito en los grupos de trabajo
y asambleas LGBTI de mi partido, el BNG, y su organización juvenil, Galiza
Nova.
3. ¿Cómo te diste cuenta de que no
eras heterosexual? Qué le dirías a un chico más joven que se da cuenta y se siente
solo, aislado, repudiado...?
Lo
cierto es que me di cuenta algo tarde. Con 16-17 años me pillé de un amigo del
instituto, y me pasé meses con la idea de “soy hetero con la excepción de que
me gusta un único chico”. Me crié en una familia muy abierta y deconstruida,
así que una vez me di cuenta de que no era heterosexual lo acepté rápidamente y
salí del armario casi al momento. Lo difícil fue darme cuenta, porque la
sociedad te mete tanto en la cabeza la idea de que todo el mundo es hetero que
ni te llegas a plantear la posibilidad de no serlo.
Para
cualquier persona LGBTI que se dé cuenta de que lo es o tenga sus dudas tengo
un consejo clarísimo, que busque a otras personas LGBTI. Ya sea en su entorno,
o por internet. Somos muchísimas más de lo que parece, y aún que piense que
está solo seguro que muy cerca tiene a alguien con quien compartir
experiencias. Por poner un ejemplo, en mi clase de primaria éramos 20 personas.
Con 14 años una chica salió del armario como lesbiana, a los 17 yo como gay y a
los 19 otra chica como bisexual. Estés donde estés, por muy pequeño que sea tu
pueblo o tu círculo de conocidos, no estás solo.
Ser
LGBTI puede traer como consecuencia sufrir muchas violencias, pasarlo mal, y
tener muchas dificultades en la vida si tu entorno no es favorable; pero
también conlleva algo maravilloso. Ser LGBTI te hace automáticamente parte de
una comunidad, te da una historia, un futuro y compañía para caminar juntes
hacia él. Te da una familia. Una a la que aún que no estés unido por la sangre
te acogerá y protegerá tanto o más que tu familia de nacimiento. Solo por esto
vale la pena soportar todo lo que te golpee.
4. En tu vida cotidiana, en tu
día a día ¿cuáles son las herramientas, detalles, factores (espiritualidad,
arte, escritura, lectura, deporte, lazos que formas con otras personas y
especialmente con otras personas LGBTI...) que te animan y ayudan a resistir,
seguir viviendo y navegando este mundo de opresiones?
Tengo
bastantes hobbies a los que dedicar parte de mi tiempo, pero lo que realmente
hace que mi vida merezca la pena es por una parte la convivencia con otras
personas LGBTI y por otra la militancia activa y colectiva. En mi día a día con
gente LGBTI de clase obrera y feministas con las que creo comunidad y nos damos
apoyo mutuo, lo que me hace muy feliz. Y milito en varios colectivos (BNG,
Galiza Nova, BDS Galiza, Avante LGTB…) en los cuales hago labores de agitación
y pedagogía concienciando a la sociedad para contribuir a construir un país más
justo. Este trabajo me pone en contacto con gente fantástica con la que paso
muy buenos ratos y al mismo tiempo me ayuda a realizarme como persona y en
cierto modo le da un sentido a mi vida.
A
cualquier persona que se sienta pequeña y sola, y piense que sus acciones no
tienen importancia, le recomiendo la militancia en algún campo que le parezca
que merece la pena ser defendido. Esta militancia puede ser dura a veces o
quitarte horas de sueño, pero te aporta muchísimo más de lo que te cuesta.
5. Leyéndote me he dado cuenta de
que para ti es crucial la autodeterminación de los pueblos, desde el gallego
hasta el palestino. ¿Podrías hablarme de cómo te diste cuenta de que había
comunidades, lenguas, culturas, gentes oprimidas por naciones invasoras? ¿Qué
implica para ti ser galego?
Tuve
la suerte de nacer en un ambiente muy politizado. Mis adres eran militantes de
la UPG, un partido comunista integrado en el BNG y que defiende la
autodeterminación del povo galego. Mi madre aun siendo marxista-leninista
también es muy hippie y nunca quiso adoctrinarme en ningún sentido, así que mi
formación en temas de comunismo y nacionalismo no fue directa con mis adres
explicándome cosas desde su punto de vista sino más “ambiental” en el sentido
de que yo escuchaba sus conversaciones, les acompañaba a manifestaciones, veía
las noticias con elles y me iba formando mis propias opiniones.
Algo
que me marcó desde muy pequeño fueron las historias familiares de cómo durante
la posguerra el franquismo intentó borrar la identidad nacional galega por
ejemplo con la persecución de nuestro idioma. Recuerdo a mi abuelo hablando de
como su profesor tenía una vara de mimbre con la que le pegaba en las manos
cada vez que hablaba en galego. Él es de una familia humilde en una zona rural
en la que sólo se hablaba galego, y aun no estando en absoluto politizado se le
escapaba tan a menudo que el profesor pasó de pegarle en las manos a darle
auténticas palizas y mi abuelo tuvo que dejar los estudios y dedicar su vida a
ser obrero de la construcción e irse de emigrado a Francia.
Así,
aunque de niño no tenía ni idea de cómo la relación entre Galiza y el estado
afecta a nuestra economía y con ello a todas las condiciones materiales del
povo galego, sí tenía claro que el idioma castellano era un idioma extranjero que
había sido impuesto a nuestro pueblo por medio de la represión y la tortura, y
me daba mucha rabia ver a gente que ahora que “se puede” hablar galego no lo
hace, porque me parecía que era traicionar a nuestras abuelas y abuelos. Esto
me llevó a los 16 años a empezar a militar en Galiza Nova, organización juvenil
del BNG, con la cual realizaba campañas a favor del uso del galego.
Esta
militancia y la convivencia y debate con otras militantes me ayudaron a ver los
demás lazos coloniales que tiene Galiza con España, ver que el tema del idioma
solo es una pieza más en su máquina represiva e homogeneizante, y sobre todo a
ver los paralelismos con otras naciones sin estado. Sobre todo, me sorprendió y
horrorizó el caso palestino y la forma en que Israel detiene, encarcela y mata
a jóvenes de mi edad por hacer exactamente el mismo trabajo de calle que hago
yo en mis colectivos, o incluso simplemente por existir, y que lo hace con
absoluta impunidad gracias al apoyo de Estados Unidos. Por este motivo ayudé a
organizar charlas y debates desde Galiza Nova y mi organización estudiantil en
la universidad (Comités, ahora integrada en Erguer) sobre el conflicto
palestino, más tarde uniéndome a la ONG BDS Galiza, que promueve el boicot,
desinvestimento y sanciones a Israel, en la que sigo militando a día de hoy.
Que
es ser galego? Es difícil de decir. En Galiza tenemos el dicho “os galegos
nacemos onde nos peta”, traducible como “los gallegos nacemos en donde nos da
la gana”. Conozco a galegos y galegas de primera generación venidas de
Inglaterra, Bretaña, Angola… a galegos que nunca han vivido en Galiza pero
conocen el idioma y la cultura por su familia. Esto es algo que diferencia
mucho el nacionalismo de las naciones oprimidas y nacionalismos chovinistas
(casi siempre xenófobos) como el nacionalismo español.
Mi
idea de “ser galego”, que puede perfectamente diferir de otras igualmente
válidas, implica formar parte de una comunidad, de forma semejante (guardando
las distancias) a ser LGBTI. Tienes una historia colectiva en la que se enmarca
tu vivencia personal, tienes unos regalos como lo son la lengua, la música, la
gastronomía y toda la cultura galega, y una serie de violencias, como puede ser
el desprestigio y discriminación de la lengua, los prejuicios y tópicos, o la
sumisión económica y política a los intereses de otros pueblos.
6. ¿Si tuvieras que explicarle a
alguien por qué te opones al capitalismo, qué le dirías? ¿Cómo sería para ti la
vida en una sociedad que hubiese acabado con la lacra del capitalismo?
Le
diría que si eres de clase obrera la oposición al capitalismo es simple
supervivencia. El capitalismo es un sistema en que los ricos roban tu fuerza de
trabajo para enriquecerse más mientras tú tienes que darles las gracias por dejar
que te roben porque si no trabajas para ellos no tendrías una fuente de
ingresos mínima que te permita comprar comida o tener una vivienda. Me parece
delirante que cuando la humanidad tiene recursos de sobra para alimentarnos a
todas y darnos casa se pretenda que la gente solo pueda acceder a esos bienes
básicos (recogidos en la carta de los derechos humanos) si se dejan robar por
quienes nunca en su vida han pasado hambre.
Es
prácticamente imposible imaginarse un mundo sin capitalismo porque el sistema
capitalista permea absolutamente cada rincón de la sociedad. Desde lo más
evidente como las relaciones económicas hasta lo que damos más por hecho, las
relaciones afectivas y de amistad. No nos damos cuenta de hasta qué punto el
hecho de tener una pareja y aparte un grupo de amistades o como nos
relacionamos con cada una de nuestras amistades está afectado por la lógica del
sistema capitalista.