·Eres una
activista, editora y escritora lesbiana, judía. Para muchas personas, esta
elección de palabras, estas palabras hilvanadas no tienen sentido en absoluto o
les parecen una contradicción, una imposibilidad. Pero no lo son ¿cómo influye
el hecho de que seas judía en tu vivencia como lesbiana, y viceversa? ¿Cómo
llegaste a denominarte a ti misma así; a reconciliarte contigo misma siendo
ambas?
Soy judía
secular, atea y espiritual, así que no tuve que pasarlo mal con las escrituras
religiosas una vez me convertí en adulta (aunque mi familia de nacimiento era
algo practicante en cuanto a la religión, en el sentido de
deberías-saber-quiénes-son-los-tuyos del post-Holocausto). Quizás sea un poco
más complicado; yo sabía que era lesbiana cuando era niña, y tenía una profunda
sensación de ser una forastera entre los forasteros. Los movimientos de las
mujeres y de las lesbianas me salvaron la vida. Muchas lesbianas judías se
convirtieron en activistas entonces. Yo descubrí, cuando estaba escribiendo mi
novela, Beyond the Pale, que las mujeres judías han sido activistas en Estados
Unidos desde que estamos aquí, sobre todo en la Etapa Progresista (1890-1920).
Ser judía permea mi sentido del humor, mi noción de ser diferente; no
precisamente al contrario que ser lesbiana, en muchos sentidos. He escrito
tanto novelas como ensayos sobre esto, y editaré una nueva antología de
escritos de feministas judías como número de Sinister Wisdom, con Judith Katz,
en 2019.
·Últimamente
he estado leyendo sobre teología feminista; me resultó un shock tan grande
descubrir que había una teología más allá de las palabras y la violencia de los
hombres religiosos y de sus instituciones. ¿Qué papel crees que la teología
feminista, y sobre todo la teología feminista judía, juega en nuestra
comprensión de nosotras mismas como mujeres espirituales y aun así rebeldes? ¿Y
cuáles son los principales retos por afrontar para las feministas espirituales
y religiosas hoy en día?
Conozco a
algunas feministas judías religiosas, muchas de las cuales sitúan su sentido de
la espiritualidad alrededor de la presencia de mujeres, tanto dentro como fuera
de las escrituras. Algunas de mis amigas creen en los textos sagrados del
judaísmo, y han trabajado re-interpretando y expandiéndolos tanto como
inclusivos de, como en forma de celebración de las mujeres. La poesía siempre
ha sido mi faro en lo que respecta a nutrirme y encontrar un sendero
espiritual; y los antiguos textos están llenos de poesía, así como de la
violencia y misoginia que hemos experimentado. Los retos que las mujeres
afrontamos en las instituciones religiosas son mayormente políticos, creo yo,
como lo son nuestros retos en todas partes dentro de organizaciones
jerárquicas. Si yo fuera la encargada de elegir “el” texto religioso, elegiría
la poesía y los comentarios de lesbianas como Irena Klepfisz, Audre Lorde,
Chrystos, Gloria Anzaldúa.
·Como
lesbiana, muy a menudo siento que el activismo LGBTI mayoritario se centra
principalmente en las experiencias masculinas de la violencia, del prejuicio y
de la opresión. Hoy en día hay un mayor enfoque de las identidades y la
Historia de las mujeres lesbianas, bi, trans e intersex; pero aun así siento
que nunca se cubren nuestras necesidades cuando se trata de la necesidad de
praxis y políticas verdaderamente transversales y centradas en las mujeres. ¿Cómo
te sientes acerca de esto? ¿Cuál es tu visión en lo que respecta a la reunión
de las personas LGBTI para subvertir el patriarcado y organizarnos contra su
violencia, al mismo tiempo que se aboga por un separatismo lesbiano parcial e
incluso total?
Esta es otra
respuesta de longitud de libro. Mi propio deseo e inteligencia es bastante
simple: quiero centrarme en las mujeres y en las lesbianas porque creo que nos
merecemos la completa atención de cada una de cada una y de la otra. Ha sido
sólo a lo largo de mi vida que la palabra “lesbiana” ha empezado a poderse
decir en voz alta en lugares públicos; y aun así, en tantos. Tenemos el derecho
de conocernos las unas a las otras en nuestra propia compañía; es el primer
paso hacia la auto-definición.
También he
llegado a apreciar y participar en trabajos de coalición, y creo que las
coaliciones más fuertes son aquellas en que los participantes de la coalición
provienen de comunidades de base fuertes, las conceptualicemos o no como
separatistas. Sé que debemos ser conscientes de nuestros enemigos de forma
interseccional (es decir, estar constantemente alerta respecto a la supremacía
blanca, el colonialismo, el clasismo, el capacitismo y la misoginia). Y está
claro que todas esas instituciones de la opresión existen dentro de nosotros,
consciente o inconscientemente. Ser activista implica estar alerta respecto a
tu propia psique, implica crecer y cambiar. Y aun así no quiero que la reacción
a la opresión sea lo que define mi compromiso. Quiero trabajar por una visión
de un mundo mejor.
·Eres una
escritora y editora prolífica. Para mí, como para muchas otras mujeres, la
cultura es un arma en sí misma, o como mínimo nos ayuda a hacer de nuestras
propias experiencias de vida y nuestras relaciones un arma para combatir el
patriarcado. ¿Cómo es el mundo del libro cuando hablamos de ser una mujer que
escribe y edita, y sobre todo cuando eres lesbiana sin una pizca de
arrepentimiento? ¿Cuál sería tu consejo para las jóvenes lesbianas como yo ahí
fuera que sacamos nuestras propias palabras y nuestro propio arte ahí fuera
pero seguimos asustadas e inseguras de nuestro propio poder?
El mundo del
libro… depende de qué mundo del libro y en qué país. En Inglaterra, por
ejemplo, las escritoras lesbianas blancas han tenido bastante éxito
mayoritario. En Estados Unidos, no tanto. Pero aun así en Estados Unidos hay un
buen número de editoras lesbianas; con mayor éxito en lo que respecta a la
ficción de género (misterio, romántica, especulativa), pero también a la
ficción “literaria”, la no ficción y la poesía. Hay una conferencia nacional
anual específicamente para escritoras lesbianas (Golden Crown) y un buen número
de otras regionales. Las conferencias literarias LGBT han sido, desde mi
experiencia, acogedoras con la participación lesbiana. Que te publiquen cuando
estás empezando es un problema; y la proliferación de plataformas en redes
sociales lo hace más complicado, hace más difícil que se te oiga entre el ruido
de fondo general.
Mi consejo
para las jóvenes escritoras lesbianas: entrad en grupos de apoyo de escritura
de otras escritoras lesbianas (u otros escritores con quienes sintáis un
compañerismo). No tengáis miedo de empezar a compartir vuestras ideas e
inspiración con el resto, y empezad a enviar vuestro trabajo a revistas y
publicaciones que sean un reflejo de las comunidades de las que queráis ser
parte. Algunas de mis amistades más maravillosas son con las escritoras
lesbianas con las que “maduré” en los setenta; a menudo no estábamos en el
mismo lugar al mismo tiempo, pero compartíamos el deseo de escribir
abiertamente como lesbianas sobre la experiencia lesbiana (así como cualquier
otra cosa que quisiéramos abordar). Jewelle Gomez, Gloria Anzaldúa, Dorothy
Allison, Irena Klepfisz, Chrystos (y las escritoras que llegaron justo tras
nosotras y antes de nosotras) le dieron un sentido a todo mi mundo. Así que
encontrad vuestra cohort, haced vuestro trabajo, publicad tan pronto como
podáis, no tengáis miedo de lo que pensáis, ni de que lo que el resto piense de
vosotras. No os distraigáis con el ruido de Internet o la sensación de que no
“estáis ahí fuera lo suficiente”. Escribir no es un trabajo fácil, pero si es
lo que experimentáis como lo que necesitáis hacer, seguid trabajando.
·Hablando de
libros ¿hubo uno que jugara un papel esencial en tu propio entendimiento de ti
misma como la persona que eres hoy en día, una activista y creadora imparable?
La primera
novela que leí de una lesbiana con temas “homosexuales” fue Nightwood, de Djuna Barnes; una visión
inquietante y confusa de lo que pasa con la intimidad cuando se desprecia a las
personas. Y después leí mucha literatura pulp, en la que las lesbianas siempre
mueren o se vuelven hetero. Supongo que estas fueron formativas en el sentido
de que determiné que escribiría una novela lesbiana con final feliz, y fui
afortunada de publicarla con una de las primeras casas editoriales lesbianas,
Daughters, Inc. en 1974. Después de eso, Zami, de Audre Lorde, y Les Guérillères, de Monique
Wittig, fueron fundamentales para mi desarrollo como escritora. Oí´recitar a la
gran poeta bisexual, Muriel Rukeyser, en una concentración contra la Guerra de Vietnam
en 1968. Ella era la única mujer entre todos los tíos “guays”, y su
determinación moral y su presencia (una emisaria de la conciencia del mundo de
las mujeres) tuvieron un profundo efecto en mi capacidad de verme a mí misma
como poeta y activista.
·Hoy en día,
me da la impresión de que las redes sociales son para todos la principal fuente
de conocimiento sobre política y sobre la sociedad, sobre nuestras propias
identidades y resistencia también. Todos tendemos a organizarnos a través de
las redes sociales, creamos conciencia a través de las redes sociales e incluso
llamamos a la acción desde allí, también. Sin embargo, como la joven lesbiana y
loca que soy, con algo de experiencia con la organización de las mujeres en un colectivo
feminista local en mi ciudad en el pasado, me parece que nunca deberíamos olvidar
el papel fundamental que juegan los encuentros comunitarios y el hecho de
juntarse con otras mujeres que aman a mujeres para compartir nuestras
experiencias, para auto-editar nuestros propios fanzines y para manifestarnos y
protestar e incluso para llorar y rabiar juntas. ¿Cómo lo ves tú? ¿Es la escena
política y activista muy diferente de como era cuando tú empezabas, y en qué
crees que hemos mejorado y hay algo a lo que le estemos perdiendo el rastro?
Volvamos al
final de mi anterior respuesta sobre Muriel Rukeyser. Es importante aparecer en
persona. Internet está lleno de ruido. Sí, es mucho más factible que muchas más
personas se enteren, así como ser consciente de muchas más cosas al mismo
tiempo. Eso es importante. Pero dificulta la elección; somos individuos
con energía limitada. Tenemos que elegir conscientemente donde queremos
invertir esa energía y con quién queremos trabajar. A veces nos sobrepasa tanto
la información que todo lo que Podemos hacer es firmar peticiones y ser
testigos en la distancia. Es importante juntarse con otras personas y trabajar
en cosas específicas. Nadie puede hacerlo todo, pero todo el mundo puede hacer
algo. Tendemos a perder la noción de eso; y es una de las primeras lecciones
del activismo: elige proyectos que puedas completar y sentirte orgulloso de
haber participado en ellos.
·Por último,
tengo curiosidad sobre tus próximos proyectos y libros. ¿Podrías hablarnos de alguna
cosa en la que estés trabajando? Y ¿cuál es la frase o el mantra con la que te
quedas cuando hablamos de resistencia lesbiana?
Actualmente
estoy trabajando en una obra de teatro sobre los dilemas morales que
confrontamos cuando nuestras personas cercanas (parejas, progenitores,
hermanos, amigos) nos piden que les ayudemos a morir. Mi esposa, Susan,
desarrolló demencia y un trastorno convulsivo el año vigésimo quinto que
llevábamos juntas; y murió el vigésimo séptimo. La obra se inspira en mi
experiencia con ella, y la experiencia de buscar consejo de muchas otras
mujeres que han lidiado en sus propias relaciones con el derecho a morir.
También voy a editar un número de Sinister Wisdom con Judith Katz sobre
lesbianas judías el año próximo. Esos son mis dos proyectos principales;
también tengo un par de libros de poemas en el ordenador, esperando a que los
organice.
¿Un mantra? Llevo
atascada en esta pregunta semanas. Porque no es una simple frase; es toda una
vida de gestos e interacciones. Es Gloria Anzaldúa sentada en el suelo de su
casa de Santa Cruz conmigo, dibujando una imagen del dios azteca que fue
enterrado en trozos desmembrados y renació de nuevo entero, para ilustrar el
reto que nosotras, como escritoras lesbianas, afrontábamos. Es mi compañera,
Susan, después de que Lucy Jane Bledsoe viniera a casa la semana que Susan
murió, y nos ofreciera una lectura privada; alzando los brazos de felicidad,
diciendo “¡Tantas lesbianas!”. Es mi primera amante, de cuando teníamos 17
años, viniendo al funeral de mi madre sin que hiciera falta que yo se lo
pidiera. Es el placer de ir al estreno fuera de Broadway de la obra de Jewelle
Gomez, Waiting for Giovanni. Es mi amistad de 40 años con Dolphin, que
pasa la mayoría de las noches de viernes conmigo desde que Susan murió. Son
todas las conexiones; una letanía de escritoras lesbianas y amigas con las que
he tenido el privilegio de conversar, y la profundidad de la amabilidad que nos
hemos demostrado las unas a las otras. Ninguna frase sola lo abarca. Pero
mantengamos siempre las banderas de la amistad y de la amabilidad a la vista.
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