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viernes, 3 de noviembre de 2017

Entrevistando a la Resistencia: Megane Mercury


En la séptima entrega de la sección Entrevistando a la Resistencia, en que entrevisto a activistas, artistas y, en la mayoría de los casos, ambas; os traigo una entrevista con Megane Mercury. Él es un artista multidisciplinar: periodista, fotógrafo, cinematógrafo y diseñador gráfico (además de cantante y modelo) que visibiliza la resistencia y la belleza negras (Twitter: Megane Mercury Heika / Instagram: Mercuria Mýstika).



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1. ¿Cuáles son tus exigencias a los movimientos políticos como hombre que a menudo se sale del "modelo de hombre" a menudo defendido por los movimientos políticos hegemónicos?

Mi principal exigencia es que el concepto de 'interseccionalidad' se entienda correctamente y se actúe en consecuencia a este. Podría decir que la mayoría de personas que conozco o que he visto que están involucradas tanto en movimientos LGBT como antirracistas no comprenden que ambas opresiones funcionan de manera diferente sobre personas como yo y por lo tanto esto nos da una visión totalmente distinta de cómo debería ser el activismo de estos movimientos políticos. Consecuentemente, otra exigencia sería dar facilidades para poder expresarnos y ser escuchados, ya no por obligación, sino porque en mi opinión, un movimiento político ha de tener en cuenta a todos los pertenecientes del colectivo por el que lucha y eso incluye a gente como yo.


2. ¿Qué implican para ti la racialización y, más concretamente, la negritud tanto en el activismo desde cibernético hasta local como en tu vida diaria y en tus relaciones con otras personas, también racializadas, o blancas?

Aunque yo no soy activista como tal diría que en este campo la racialización supone una sobreexposición de mi persona, pero no sólo eso. Digamos que llega cierto punto en el que te das cuenta de que tu racialización, en mi caso mi negritud, es un factor que determina y va a determinar el cómo de toda relación que yo establezca con cualquier persona; así como la percepción que se tiene de mí respecto a todo lo que yo haga o diga.



3. ¿Te gustaría contarnos algo sobre cómo te diste cuenta de que no eras heterosexual? ¿Especialmente, qué aconsejarías a un chico más joven que acaba de darse cuenta y se siente solo, aislado, repudiado...?

La verdad es que yo nunca me había planteado seriamente mi sexualidad hasta los 17-18 años aproximadamente (y tengo 21), era como si la heterosexualidad me viniera impuesta, pero sin el cómo. Considero que estoy le pasa a todo el mundo. Sin embargo, en mi caso he de decir que la figura del hombre negro, en este caso cis-género, por una serie de factores que ahora mismo no voy a mencionar porque se me alargaría demasiado la respuesta, se ha hiper-masculinizado lo que provoca que esa heterosexualidad impuesta por defecto tenga una influencia aún mayor.Por otro lado, mi consejo para un chico más joven que no es heterosexual y acaba de darse cuenta, es que una vez una vez que te has percatado de ello y te has aceptado, todo va a mejor. Es básicamente una cuestión de identidad y creo que en este aspecto la gran mayoría de personas no heterosexuales estarán de acuerdo conmigo. Sin embargo, sí que ha de tener cuidado, sobre todo al principio, de con quién comparte su orientación sexual abiertamente porque nunca sabes con quién te puedes encontrar. De hecho, diría que es algo que incluso las personas que no somos heterosexuales públicamente debemos tener en cuenta también.



4. ¿Qué le dirías a un chico negro más joven que vive rodeado de personas racistas y se enfrenta cada día a un mundo supremacista blanco? ¿Cómo intentarías transmitirle algo de esperanza, acompañamiento, apoyo y hasta ganas de luchar?

Bueno, considero que esta es una pregunta algo difícil de contestar dado que en mi opinión no hay una única respuesta o siquiera una respuesta válida. Cuando eres más joven (y ahora) normalmente sufres un problema de identidad, en el sentido de que piensas que eres igual y la sociedad te hace darte cuenta de que no es así y no entiendes muy bien por qué. Aunque la formación ayuda mucho, no supone una solución absoluta para este fenómeno; así que habría que analizar las distintas situaciones que se pueden dar en el contexto de un chico joven rodeado de personas racistas en su día a día, lo cual es una situación bastante habitual.Mis palabras de apoyo, o más bien de consejo, serían que esperara y a la vez buscara a gente como él. Inevitablemente gente como tú o parecida a ti se va a cruzar en tu vida, y hay que saber aprovechar esos momentos porque si tienes mala suerte no te cruzarás con muchas de esas personas a lo largo de tu existencia.



5. ¿De qué formas encuentras tú el alivio tras un día más en un mundo heteronormativo y supremacista blanco? ¿Es a través del arte, la escritura, el deporte, la lectura, la contracultura, los lazos con otras personas, como tú o no…? ¿Qué puedes contarnos sobre ello?

Bueno, en mi caso diría que, como se menciona en la pregunta, cosas como el arte (en mi caso la fotografía, por ahora) y el deporte (juego a balonmano desde pequeño, aunque lo he dejado hace poco) entre otras muchas cosas que hago forman un espacio de evasión, olvido y a la vez crecimiento de mi persona. Sin embargo, lo que sé que siempre va a funcionar es hablar con hermanas como Choco, Melisa o Winnie y reírnos un rato de la vida en general y de las cosas que nos pasan.



6. ¿Qué significa la fotografía para ti? ¿Cómo la relacionas con el activismo político y con la resistencia de unas existencias disidentes?

Si te soy sincero, la pregunta de "qué significa la fotografía para mí" está aún por resolver, supongo que esto es algo a lo que se enfrenta todo artista (suponiendo que pueda incluirme en ese término) o persona que tiene una pasión.Mi manera de relacionar la fotografía con el activismo político y la resistencia de existencias disidentes es simplemente mostrando la belleza de estas existencias, las cuales no se ven, no se quieren ver o no mostramos por miedo a esa sobreexposición de la que hablaba anteriormente. Por el momento no estoy trabajando en ningún proyecto en especial pero sí tengo unas cuantas cosas en mente que abarcarán varios temas y narrativas.

jueves, 28 de septiembre de 2017

Entrevistando a la Resistencia: Alexandre, activista galego, comunista y "marica"

En la cuarta entrega de la nueva sección Entrevistando a la Resistencia, en que entrevisto a activistas, artistas y, en la mayoría de casos, ambas; os traigo una entrevista con Alexandre, activista galego comunista y "marica" (twitter.com/Bechologo).

Adjunto a continuación la susodicha entrevista.

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¿Cuáles son tus demandas o tus exigencias a los activismos/movimientos LGBTI hegemónicos como sujeto que se sale de diversas formas del "modelo de gay" y el "modelo de hombre" (con sus correspondientes necesidades y reivindicaciones) propuesto por estos?

Para empezar le pido a las organizaciones LGBTI que dejen de intentar que copiemos el modelo de vida heterosexual. El amor romántico, el matrimonio, la familia nuclear, no son más que estructuras arcaicas y en gran medida tóxicas. Que las personas homosexuales y bisexuales tengamos acceso a ellas, aún siendo un signo de mejoría en nuestro estatus social, no debe ser nuestro objetivo como movimiento. Les dejo la crítica a los movimientos trans e intersex hegemónicos a personas trans e intersex.
Otro problema que veo a los activismos LGBTI más recientes, y por decirlo así, más liberales, es que se centran demasiado en la defensa de las identidades como aspiración principal. Desde el análisis marxista se considera a las etiquetas LGBTI no tanto identidades como posiciones de resistencia y de lucha contra unas violencias específicas. Para mi “gay” no es algo que me conforma a mi como individuo, sino que es desde donde lucho contra una sociedad que nos discrimina por ser hombres que se sienten atraídos por hombres. Por supuesto “hombre gay” no define al 100% mi percepción individual del género o del deseo, pero es que no lo veo necesario, o ni siquiera positivo. Las etiquetas, ya sean LGBTI, hombre, mujer, negra, gordo, loca, etc. son respuestas a un sistema opresivo y deben ser incómodas de por sí porque nos son impuestas desde fuera. Considero que centrar tu activismo en buscar una combinación de etiquetas que te defina y con la que te sientas cómode es por una parte individualista y por otra contraproducente.


¿Cuál o cuáles crees que son, o deberían ser, los objetivos últimos de los activismos/movimientos LGBTI? Cómo contribuyes, o esperas contribuir un día, a que logremos estos objetivos?

Sinceramente creo que la única forma de que las personas LGBTI dejen de estar oprimidas por la sociedad es la abolición del género. Mientras la humanidad sea dividida en dos categorías arbitrarias como son las de hombre y mujer, o incluso en el hipotético caso de sumar más categorías como terceros o cuartos géneros, siempre habrá un “policing” sobre como se relacionan las personas encuadradas en las distintas categorías entre si, y como nos movemos de una categoría a otra.
El activismo LGBTI más pro-stablishment parece creer que es posible conseguir que no nos peguen por la calle solo con visibilizar esa violencia y normalizar nuestra existencia, pero desde mi punto de vista por muy integradas y aceptadas que estemos en la sociedad mientras siga existiendo el género las personas no cishetero seguiremos siendo “lo otro”, y de una forma o de otra se seguirá generando un rechazo hacia esa alteridad que cobrará la forma de distintas violencias.
También soy consciente de que este es un objetivo a largo plazo y que une tanto a las luchas LGBTI como la feminista. La comunidad necesita tanto que tengamos claro el objetivo final como que en paralelo luchemos por cosas que puedan mejorar la vida y reducir las violencias recibidas por personas LGBTI hoy en día.
En cuanto a cómo contribuyo personalmente a trabajar por estos objetivos diría que de dos formas, creando lazos con otras personas LGBTI y compartiendo experiencias y opiniones con ellas de forma que nos formamos mutuamente, y por otra parte mediante la militancia activa. Formo parte de Avante LGTB, una organización LGTB galega, feminista y anticapitalista que hemos creado recientemente pero tiene mucho futuro, así como milito en los grupos de trabajo y asambleas LGBTI de mi partido, el BNG, y su organización juvenil, Galiza Nova.


3. ¿Cómo te diste cuenta de que no eras heterosexual? Qué le dirías a un chico más joven que se da cuenta y se siente solo, aislado, repudiado...?

Lo cierto es que me di cuenta algo tarde. Con 16-17 años me pillé de un amigo del instituto, y me pasé meses con la idea de “soy hetero con la excepción de que me gusta un único chico”. Me crié en una familia muy abierta y deconstruida, así que una vez me di cuenta de que no era heterosexual lo acepté rápidamente y salí del armario casi al momento. Lo difícil fue darme cuenta, porque la sociedad te mete tanto en la cabeza la idea de que todo el mundo es hetero que ni te llegas a plantear la posibilidad de no serlo.
Para cualquier persona LGBTI que se dé cuenta de que lo es o tenga sus dudas tengo un consejo clarísimo, que busque a otras personas LGBTI. Ya sea en su entorno, o por internet. Somos muchísimas más de lo que parece, y aún que piense que está solo seguro que muy cerca tiene a alguien con quien compartir experiencias. Por poner un ejemplo, en mi clase de primaria éramos 20 personas. Con 14 años una chica salió del armario como lesbiana, a los 17 yo como gay y a los 19 otra chica como bisexual. Estés donde estés, por muy pequeño que sea tu pueblo o tu círculo de conocidos, no estás solo.
Ser LGBTI puede traer como consecuencia sufrir muchas violencias, pasarlo mal, y tener muchas dificultades en la vida si tu entorno no es favorable; pero también conlleva algo maravilloso. Ser LGBTI te hace automáticamente parte de una comunidad, te da una historia, un futuro y compañía para caminar juntes hacia él. Te da una familia. Una a la que aún que no estés unido por la sangre te acogerá y protegerá tanto o más que tu familia de nacimiento. Solo por esto vale la pena soportar todo lo que te golpee.

4. En tu vida cotidiana, en tu día a día ¿cuáles son las herramientas, detalles, factores (espiritualidad, arte, escritura, lectura, deporte, lazos que formas con otras personas y especialmente con otras personas LGBTI...) que te animan y ayudan a resistir, seguir viviendo y navegando este mundo de opresiones?

Tengo bastantes hobbies a los que dedicar parte de mi tiempo, pero lo que realmente hace que mi vida merezca la pena es por una parte la convivencia con otras personas LGBTI y por otra la militancia activa y colectiva. En mi día a día con gente LGBTI de clase obrera y feministas con las que creo comunidad y nos damos apoyo mutuo, lo que me hace muy feliz. Y milito en varios colectivos (BNG, Galiza Nova, BDS Galiza, Avante LGTB…) en los cuales hago labores de agitación y pedagogía concienciando a la sociedad para contribuir a construir un país más justo. Este trabajo me pone en contacto con gente fantástica con la que paso muy buenos ratos y al mismo tiempo me ayuda a realizarme como persona y en cierto modo le da un sentido a mi vida.
A cualquier persona que se sienta pequeña y sola, y piense que sus acciones no tienen importancia, le recomiendo la militancia en algún campo que le parezca que merece la pena ser defendido. Esta militancia puede ser dura a veces o quitarte horas de sueño, pero te aporta muchísimo más de lo que te cuesta.


5. Leyéndote me he dado cuenta de que para ti es crucial la autodeterminación de los pueblos, desde el gallego hasta el palestino. ¿Podrías hablarme de cómo te diste cuenta de que había comunidades, lenguas, culturas, gentes oprimidas por naciones invasoras? ¿Qué implica para ti ser galego?

Tuve la suerte de nacer en un ambiente muy politizado. Mis adres eran militantes de la UPG, un partido comunista integrado en el BNG y que defiende la autodeterminación del povo galego. Mi madre aun siendo marxista-leninista también es muy hippie y nunca quiso adoctrinarme en ningún sentido, así que mi formación en temas de comunismo y nacionalismo no fue directa con mis adres explicándome cosas desde su punto de vista sino más “ambiental” en el sentido de que yo escuchaba sus conversaciones, les acompañaba a manifestaciones, veía las noticias con elles y me iba formando mis propias opiniones.
Algo que me marcó desde muy pequeño fueron las historias familiares de cómo durante la posguerra el franquismo intentó borrar la identidad nacional galega por ejemplo con la persecución de nuestro idioma. Recuerdo a mi abuelo hablando de como su profesor tenía una vara de mimbre con la que le pegaba en las manos cada vez que hablaba en galego. Él es de una familia humilde en una zona rural en la que sólo se hablaba galego, y aun no estando en absoluto politizado se le escapaba tan a menudo que el profesor pasó de pegarle en las manos a darle auténticas palizas y mi abuelo tuvo que dejar los estudios y dedicar su vida a ser obrero de la construcción e irse de emigrado a Francia.
Así, aunque de niño no tenía ni idea de cómo la relación entre Galiza y el estado afecta a nuestra economía y con ello a todas las condiciones materiales del povo galego, sí tenía claro que el idioma castellano era un idioma extranjero que había sido impuesto a nuestro pueblo por medio de la represión y la tortura, y me daba mucha rabia ver a gente que ahora que “se puede” hablar galego no lo hace, porque me parecía que era traicionar a nuestras abuelas y abuelos. Esto me llevó a los 16 años a empezar a militar en Galiza Nova, organización juvenil del BNG, con la cual realizaba campañas a favor del uso del galego.
Esta militancia y la convivencia y debate con otras militantes me ayudaron a ver los demás lazos coloniales que tiene Galiza con España, ver que el tema del idioma solo es una pieza más en su máquina represiva e homogeneizante, y sobre todo a ver los paralelismos con otras naciones sin estado. Sobre todo, me sorprendió y horrorizó el caso palestino y la forma en que Israel detiene, encarcela y mata a jóvenes de mi edad por hacer exactamente el mismo trabajo de calle que hago yo en mis colectivos, o incluso simplemente por existir, y que lo hace con absoluta impunidad gracias al apoyo de Estados Unidos. Por este motivo ayudé a organizar charlas y debates desde Galiza Nova y mi organización estudiantil en la universidad (Comités, ahora integrada en Erguer) sobre el conflicto palestino, más tarde uniéndome a la ONG BDS Galiza, que promueve el boicot, desinvestimento y sanciones a Israel, en la que sigo militando a día de hoy.
Que es ser galego? Es difícil de decir. En Galiza tenemos el dicho “os galegos nacemos onde nos peta”, traducible como “los gallegos nacemos en donde nos da la gana”. Conozco a galegos y galegas de primera generación venidas de Inglaterra, Bretaña, Angola… a galegos que nunca han vivido en Galiza pero conocen el idioma y la cultura por su familia. Esto es algo que diferencia mucho el nacionalismo de las naciones oprimidas y nacionalismos chovinistas (casi siempre xenófobos) como el nacionalismo español.
Mi idea de “ser galego”, que puede perfectamente diferir de otras igualmente válidas, implica formar parte de una comunidad, de forma semejante (guardando las distancias) a ser LGBTI. Tienes una historia colectiva en la que se enmarca tu vivencia personal, tienes unos regalos como lo son la lengua, la música, la gastronomía y toda la cultura galega, y una serie de violencias, como puede ser el desprestigio y discriminación de la lengua, los prejuicios y tópicos, o la sumisión económica y política a los intereses de otros pueblos.


6. ¿Si tuvieras que explicarle a alguien por qué te opones al capitalismo, qué le dirías? ¿Cómo sería para ti la vida en una sociedad que hubiese acabado con la lacra del capitalismo?

Le diría que si eres de clase obrera la oposición al capitalismo es simple supervivencia. El capitalismo es un sistema en que los ricos roban tu fuerza de trabajo para enriquecerse más mientras tú tienes que darles las gracias por dejar que te roben porque si no trabajas para ellos no tendrías una fuente de ingresos mínima que te permita comprar comida o tener una vivienda. Me parece delirante que cuando la humanidad tiene recursos de sobra para alimentarnos a todas y darnos casa se pretenda que la gente solo pueda acceder a esos bienes básicos (recogidos en la carta de los derechos humanos) si se dejan robar por quienes nunca en su vida han pasado hambre.

Es prácticamente imposible imaginarse un mundo sin capitalismo porque el sistema capitalista permea absolutamente cada rincón de la sociedad. Desde lo más evidente como las relaciones económicas hasta lo que damos más por hecho, las relaciones afectivas y de amistad. No nos damos cuenta de hasta qué punto el hecho de tener una pareja y aparte un grupo de amistades o como nos relacionamos con cada una de nuestras amistades está afectado por la lógica del sistema capitalista.

viernes, 13 de noviembre de 2015

Me levanto sabiendo que me espera un mundo que no es para mí

Me levanto sabiendo que me espera un mundo que no es para mí. Un mundo que no tiene suficiente espacio para mí. Un mundo que me obliga a empequeñecer y a callar porque mi voz, esta voz con la que nací que grita y llora y susurra y explica, es demasiado molesta. Un mundo que prefiere taparse los oídos a escucharme, mirar hacia otro lado a verme.

Me levanto sabiendo que me espera un mundo que me miente. Un mundo que me dice que sí, que me acepta y me quiere en su seno, que tengo derechos y soy digna de un nombre y una vida a mi altura. Un mundo que me cuenta un cuento tan bonito mientras cuchichea historias de miedo al oído de las niñas que son como yo. ¿No es consciente acaso de que los monstruos de sus fábulas también son como yo?

Me levanto sabiendo que me espera un mundo que tan sólo me tolera. Un mundo que ha asumido que existo y que molesto pero que hace todo lo posible porque no haya más como yo aquí. Me levanto y se me rompe el corazón, ya a primera hora del día, por todas las niñas que crecen intentando encajar en un mundo que nunca se construyó para ellas. Por todas las niñas que se arrancan partes de sí, que destiñen porque los colores del arco iris son demasiado brillantes para este mundo en blanco y negro.

Me levanto sabiendo que este mundo que se ofrece a mantenerme viva es el mismo que intenta matarme mientras duermo. Me levanto sabiendo que este mundo en que puedo casarme es el mismo mundo que se resiste a dar asilo a una refugiada lesbiana perseguida en Camerún. Me levanto sabiendo que este mundo en que es ilegal perseguirme por ser como soy es el mismo mundo en que quinceañeras se desangran con sus propias manos por ser como soy, porque nadie les ha dicho que sí, se puede ser así, porque no hay nadie en los colegios y las casas y los clubes que les explique que siendo así se puede llegar a adulta. Porque ya no existe la homofobia pero sí los padres homófobos, al parecer, y la ley se queda a las puertas de casa. Y del instituto. No sé cómo les extraña que acabemos dándonos a la bebida.

Me levanto sabiendo que este mundo en que dos hombres ya pueden andar de la mano es un mundo en que lo que yo soy cuando ando de la mano de otra mujer no es más que un fetiche, una categoría de página web pornográfica, un nuevo juguete para su consumo. En que sus manos y sus palabras recorren mis pechos y mi trasero en busca de los rastros que han dejado otras mujeres.

Me levanto sabiendo que este mundo en que ya es ilegal intentar curarme en una clínica es el mismo mundo en que hay hombres arreglándoselas para creer que pueden arreglarnos de un polvo. Me levanto sabiendo que lo hago en un mundo en que ha sido necesario acuñar la expresión “violación correctiva”. Me levanto sabiendo que este mundo en que lo que yo soy ya no necesita de medicinas es el mismo mundo en que mis hermanas trans pasan años en las manos de psiquiatras solo por existir de la forma en que lo hacen. Me levanto sabiendo que este mundo que es peligroso para mí es directamente mortífero para mis hermanas bisexuales, que les roba la salud y el sexo y la vida poco a poco pero de forma certera.

Me levanto recordando a todas las muertas que murieron porque yo pueda vivir como vivo. Me levanto recordando un tiempo en que las mujeres como yo ardían en la hoguera por penetrarse unas a otras mediante objetos fálicos, en que se aplicaba la castración química a los hombres como yo. Me levanto sabiendo que aunque yo jamás contraiga el SIDA seguiré estrechamente ligada a la historia de esta enfermedad a la que arrojaron a tantos de mis hermanos. Me levanto sabiendo que a la revolución de Stonewall le debo poder tomar la mano de una mujer sin miedo a la policía (a mí se me permite temer tan solo al resto de personas que nos rodeen).

Me levanto con la cabeza llena de recuerdos, así como de sueños de un futuro distinto. Me levanto orgullosa, que no agradecida, por todo el terreno que les hemos ganado; no les voy a dar las gracias por regalarnos nada porque nada nos han regalado, todo lo que tenemos se lo hemos arrebatado luchando. Me levanto orgullosa y sin embargo no tengo suficiente. No creo que nunca vaya a tener suficiente, tendría que vivir más tiempo para poder estar conforme con algo.

Porque enorgullecernos del mundo que hemos conquistado no puede cegarnos a la realidad de que sigue sin ser un mundo construido por y para nosotras. Tenemos que levantarnos todas las mañanas y ser conscientes de que esto no se ha acabado, de que ni siquiera ha empezado, de que nuestras niñas se odian y sus padres alimentan ese odio a base de comentarios bienintencionados y silencios cómplices. De que los colegios son pastos en cacerías y las calles terrenos hostiles.

Me levanto en un mundo que es un poco más mío que ayer, anteayer y hace dos siglos pero que sigue sin ser por y para mí. Me levanto sabiendo que ya he llorado suficiente y si mi voz molesta es por algo.

Me levanto lamentando todas las lágrimas que he llorado por ser como soy. Me levanto orgullosa de que la rabia contra mí misma se haya convertido en rabia contra este mundo que no es para mí.


Me levanto jurándome que no me voy a conformar con un alto al fuego. Que pienso luchar hasta ganar esta guerra.