¿Que qué quiero decir? Quiero decir que la depresión aparece
en la tele, en las series y en las películas y también en los libros, pero no
lo hace de forma realista. Ved Skins, American Horror Story; el repertorio de camisetas de Urban Outfitters con estampados tan sanos como depression o eat less. Se mercantiliza la
depresión de forma que guionistas y productoras toman una enfermedad asesina,
una dura realidad, y la convierten en un producto estético que vender a jóvenes
vulnerables cuando no en una tragedia poética.
Así, tenemos chicas delgadas y guapas como deprimidas, como
si las gordas no pudieran estar tristes. Como si las feas no pudieran estar
tristes. Como si los chicos no pudieran estar tristes. Porque la imagen que
estamos transmitiendo a la juventud de la depresión está tan feminizada que si
ya nos parece inimaginable que un chico tenga emociones “de mujer”, más todavía
que lo hundan. Tenemos chicas delgadas y guapas llorando en la bañera,
cortándose las muñecas y bebiendo y drogándose (que es, desde luego, una cara
de la depresión; pero, recalco, solo una); pero no tenemos jóvenes que tardan
horas en lograr levantarse de la cama, que se quedan sin ganas de comer, que se
olvidan de
ducharse.
Porque esa depresión, la de verdad, no es atractiva. Porque
las depresiones de verdad no venden.
Así, nos encontramos con que se ha mercantilizado la
depresión y se ha proyectado una imagen que casi roza el fetiche de la joven
deprimida. Una joven deprimida que espera a su príncipe azul, a aquel que la
hará feliz de nuevo y le curará la depresión. Aquel que le besará los cortes de
las muñecas hasta cicatrizarlos mágicamente. Porque así son los príncipes
azules, siempre lo han sido. De pequeña te rescataban del dragón y de mayor te
rescatan de ti misma.
El problema es que los príncipes azules no existen, ni
pequeños ni mayores. El problema es que nadie te salva de ti misma, menos aun
de tu depresión. El problema es que educamos a las chicas para que sueñen con
que las salven en vez de para que aprendan a salvarse ellas mismas. El problema
es que yo misma soñaba con el galán que me salvaría de mi depresión en vez de
esforzarme por aprender a convivir con ella yo sola.
El problema es que reducimos a las mujeres con depresión a
lastimeras imágenes, vírgenes de la desolación, siempre al alcance de algún
príncipe salvador. El problema es que soy una mujer, soy una persona, no un
conglomerado de lágrimas y cicatrices que hace bonito en una escena
cinematográfica.
Pero lo peor de todo es que este público masculino que
fantasea con chiquillas dependientes e inseguras a las que engatusar no
fantasea con sacar de la cama a una joven mujer maloliente. Con acompañarte a
ducharte cuando los mechones de cabello graso se te pegan a la frente. Con
tener que interrumpir una película porque eres incapaz de concentrarte en nada.
Con quedarse sin follar porque, ya sea por la depresión o por efectos
secundarios de la medicación, has perdido la libido.
Así, nos retratan a las chicas con depresión como algo que
no somos y acabamos atrayendo compañías que no están preparadas para cuidarnos
con lo que tenemos.
Sin embargo, quizás no deberíamos quejarnos. Al menos,
nosotras aparecemos en los medios como algo más que un chiste (como nuestras
hermanas las obsesivo compulsivas) o una historia de terror (como nuestras
primas las esquizofrénicas, psicóticas, psicópatas y sociópatas y las de los
trastornos de personalidad). Al menos, con nosotras al público se le permite
simpatizar. Aunque no sea con nosotras de verdad.
Porque hasta aquí llega la representación para las enfermas
mentales, para las neurodivergentes. Deprimidas, auto-lesivas, anoréxicas y
bulímicas. Las demás son tan solo disparadores de risas y miedos. Si es que
existen en los medios.
Nosotras, mientras tanto, somos carnaza de fetiche y por eso
existen artículos como este llamado “5 razones por las que salir con una chica con un trastorno alimenticio”* (solo de los que te hacen perder peso, desde
luego; a las que viven con trastorno alimenticio por atracón ni las menciona).
“Su obsesión con su
cuerpo mejorará su imagen en general”, porque no hay nada tan estiloso como la
ropa talla saco para ocultar una supuesta gordura.
“Te costará menos dinero” porque no come, en teoría, pero no
estás contabilizando el tiempo que perderás esperando en la consulta del
psiquiatra (si tienes suerte; a una mala, acabarás en la sala de espera del
hospital) y las lágrimas que derramarás por ella. Ah, no, que los hombres no
lloran.
“Es frágil y vulnerable” y yo creo que esta frase habla por
sí sola. Un hombre que encuentra un punto a favor de una mujer el que sea más
fácil de controlar y de hacer trizas de una sola palabra es un hombre que no se
merece volver a tocar a otra jamás.
“Probablemente tenga dinero propio” que se gastará en
medicinas cuando mejore y en laxantes cuando recaiga. No hay regalos suficientes
que puedan compensar por la impotencia de ver sufrir a tu pareja. Ni necesitas
que te la compensen cuando realmente la amas, porque ya lo hacen su brillante
personalidad y sus horas a tu lado.
“Es mejor en la cama” porque “es un hecho conocido que las
locas son geniales en la cama”. Sí; las locas, cuando nuestras obsesiones
corporales nos permiten desnudarnos y no nos aterroriza la posibilidad de que
nos utilicen para luego humillarnos públicamente, cuando aún nos queda algo de
libido, podemos ser geniales en la
cama.
Y podría escribir tanto sobre esto. Sobre cómo unas enfermas
mentales tenemos algo de espacio y a otras se las expulsa del espacio público
directamente porque lo suyo no se puede mercantilizar para un público femenino
adolescente vulnerable y un consumidor masculino fetichista. Sobre las muñecas
rotas y atractivas que hacéis de nosotras las deprimidas.
Porque mi enfermedad mental tiene público mientras venda,
pero no se supone que yo hable públicamente de ella; en teoría, para eso ya está
mi psiquiatra. Porque mi depresión os gusta en vuestras pantallas en blanco y
negro y en vuestros brazos salvadores, pero no en mi boca sincera de enferma
que nunca se queda sin voz para gritar. Porque mi depresión no es ni tan
trágica, ni tan estética. Es mi realidad, y convivo (como muchas otras miles)
con ella.
Pero prefiero acabar este artículo, como siempre, de
protesta con la promesa de una declaración de amor: pronto publicaré otro que
ya esbocé en mi cuenta de Twitter, otro en el que escribo sobre cuánto me
gustamos las enfermas mentales. Con los síntomas que dan miedo. Con los efectos
secundarios más jodidos. Con las marcas y las manchas más feas.
Tal como somos. Mujeres. Personas. Algo más que títeres, que
bestias sexuales, que princesas que salvar del dragón de la depresión.
*afortunadamente, en respuesta a este nauseabundo artículo existe un poema slam de Megan Maughan: https://www.youtube.com/watch?v=HRklWPkftiA
*afortunadamente, en respuesta a este nauseabundo artículo existe un poema slam de Megan Maughan: https://www.youtube.com/watch?v=HRklWPkftiA
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ResponderEliminarBuenísima entrada. Estoy harte de ver como se romantizan y sexualizan los trastornos (y ya no hablemos de cuando se hace lo mismo con la VdG), sin visibilizarlos bien, creando falsos estereotipos y más incomprensión. ¡Como si hiciese falta ayuda para eso! Creo que ya te lo dije, pero nunca está de más: escribes genial.
ResponderEliminarP.S. Asqueroso el artículo de "5 reasons" y BRUTAL la respuesta en forma de poesía slam.
Hace un par de años yo fui a urgencias, con unos tajos en los brazos bastante importantes y pedí ayuda para dejar de autolesionarme... Me mandaron a la porra y no solo allí, si no por parte de mi psicóloga, mi psiquiatra, mi médico, algunos amigos... "Es que solo lo haces por llamar la atención", "las ñinas que no paran de ver Girl Interrupted", "a ti no te pasa nada, solo buscas excusas"... y así. Detrás de mi había debido haber una horda de chavalas que habían llegado a urgencias con el mismo problema que yo, unas fingirían solo para llamar la atención y otras tantas no, pero es siempre la misma historia, el tópico de la mujer histérica. Desde hace muy poco he comprendido que el gran problema no está ya tanto en que haya tanta "niña tonta que quiere llamar la atención" si no en el gran problema de que a las mujeres se nos sigue sin escuchar por culpa de este tópico tan machista, tanto por parte de hombres como de mujeres. Las chicas que creen que las enfermedades/trastornos mentales son algo oscuro y magnífico han sido influenciadas por esas industrias de la que hablas, muchas tendrán culpa de ser idiotas y otras no, puede que incluso ninguna tenga la culpa, pero algo sí que es cierto: esta mierda tiene que parar. Al final, por activa y por pasiva, a las que nos pasa algo y a las que no, se nos deja de escuchar y se nos subestima, y muchas no lograran salir de la mierda profunda en la que nos metemos y sobre la que la gente profesional se dedica a echar tierra.
ResponderEliminarNo conocía el artículo "5 razones..." y me ha repugnado. Afortunadamente tampoco te conocía a ti y tu blog, que para compensar, me han encantado. Escondes (espero que no, que en realidad las sueltes al aire todas las mañanas) maravillosas reflexiones. Gracias por compartirlas. Te sigo.
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ResponderEliminarTe sigo en twitter y hay algo en tu forma de redactar que emana luz, pareces una persona resiliente que a pesar de llevar muy pocos años en el mundo ha conseguido hacer una autentica revolución (primero revelándote contra convenciones sociales grabadas en tu mente y luego convirtiendo tu batalla personal en política ayudando a muchas otras mujeres), Había leído el articulo de "the return of kings" y me repugnó a titulo personal por estar mi pareja superando trastornos de alimentación y a raiz de ese blog y otros cuantos, o las hordas de comentarios machistas en bogs y articulos feministas ultimamente me ronda la desagradable sensación de que los machitrolls nos están ganando terreno en estos espacios ciberéticos (no se si porque son muchos, o porque rebuznan mucho y muy fuerte amparados por el anonimato) pero encontrar tu blog me ha dado un punto de optimismo, Animo y que no te callen Nunca
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