Este es un artículo de Maya Mutter, publicado en Proyecto Consentimiento. Cuando lo leí, me abrió terriblemente los ojos, y no creo que yo misma sea capaz de explicar esto con semejante claridad y perspicacia. Por eso, lo he traducido y con su permiso lo publico aquí.
"En mi último año de instituto, tuve que escribir un artículo sobre algún libro de una pequeña selección. Elegí Lolita, de Vladimir Nabokov, un libro que nunca antes había leído, esperando encontrar mucho material en SparkNotes. Fui a la librería para conseguir una copia. Por detrás había una breve reseña de Vanity Fair, solo ocho palabras: “La única historia de amor convincente de nuestro siglo.” Habiendo visto sólo escenas de la película de Kubrick, que presentaban a una Sue Lyon ligera de ropa (de sólo 14 años en el momento en que se rodó) holgazaneando con gafas de sol con forma de corazón y chupando piruletas, no sabía qué pensar.
Leyendo el libro, me sentí
asqueada. No con el autor—Nabokov describía a su protagonista Humbert Humbert
como alguien ”despreciable, vanidoso y cruel” y condenaba sus actos—sino con
las reacciones de la audiencia. ¿Cómo podía Vanity Fair haberlo entendido tan
mal? Esta no era una historia de amor; esto era Go Ask Alice escrito desde el punto de vista del incitador. Era una
niña de 12 años, que justo entraba en la edad de la fijación curiosa con
compañeros de clase, a la que un hombre adulto asediaba y de la que se
aprovechaba. Dolores Haze, bautizada “Lolita” por el protagonista, es una chica
joven inmadura y egocéntrica a una edad en que debe ser inmadura y egocéntrica. Humbert se enamora de ella, y se
casa con su madre sólo para acercarse a ella. En cada página se crece
poéticamente sobre su cuerpo, sus pecas, el aura brillante y juvenil que la
envuelve y que lo intoxica. Fantasea con hacerle el amor, luz de su vida, y con
tenerla a su lado para siempre.
Excepto que, ya sabéis. Es una niña.
Después de su publicación en los
cincuenta, Lolita le prendió fuego al mundo literario, y
se las ha arreglado para mantenerse con nosotros hasta ahora. Pero lo que es
más intrigante es la forma en que el público tomó una tragedia satírica
examinando la mente de un pedófilo retorcido y la convirtió en un romance épico,
responsabilizando a la joven Dolores de su propio abuso, o negando su existencia
como abuso directamente. Incluso en 1959, el novelista Robinson Davies
describió el tema como “no la corrupción de una niña inocente por parte de un
astuto adulto, sino la explotación de un adulto débil por parte de una astuta
adulta.” Lolita se convirtió en un clásico, pero su
presencia cultural tomó un nuevo significado: Lolita pasó de ser la oprimida a
la opresora, una araña preadolescente atrayendo a una mosca de mediana edad a
su telaraña.
Sí.
En marzo, se linchó a Kat von D
por sacar un pintalabios llamado “Rojo Menor de Edad” (Underage Red).
Previamente se la había encontrado culpable de bautizar sus pintalabios “Rubor
de Preadolescente” (Jailbait Blush) y “Rosa Pedofilia”, y aunque rápidamente se
defendió con “es
solo un nombre,” el mensaje permaneció: combinar el sexo con
inocentes chicas menores de edad es sexy. Kat von D nunca lanzaría un producto
llamado “Rojo Violencia Doméstica” o “Sienna Asalto Sexual,” porque ¿quién
quiere pensar en maridos ebrios golpeando o violando a sus esposas mientras se
retoca rápidamente el maquillaje? Eso no es sexy en absoluto... pero claramente, algo de la pedofilia o el abuso de
menores lo es. ¿Sabías que, en Alabama, tener sexo con un menor puede
proporcionarte entre 10 años y toda tu vida en prisión? Eso sí que es sexy.
Tenemos docenas de términos para
estas niñas: nínfula,
núbil, lolita. La industria pornográfica cada vez las quiere más y
más jóvenes. La sociedad adora esos grandes ojos de cervatillo y esos labios
acolchados que simbolizan la juventud e inocencia. Mujeres más mayores están
cambiando para ser más atractivas sexualmente pareciendo más “juveniles”, y los
hombres más mayores se lo están tragando todo. Las chicas experimentan silbidos
y piropos callejeros cada vez más jóvenes, y son víctimas de acoso sexual mucho
antes de que tengan la edad de descubrir su propio cuerpo. Pregúntale a
cualquier mujer por las historias de infancia que tenga con hombres más
mayores. Por ejemplo, cuando yo estaba en secundaria, recuerdo claramente estar
bajando por mi calle en medio de un verano particularmente caluroso, con
pantalones cortos y una camiseta ancha. Pasó un camión y su conductor me pitó,
sobresaltándome. Esta fue la primera vez que me sucedía algo así. Cuando la
usuaria de Twitter Zellieimani les preguntó a otras usuarias a qué edad notaron
por primera vez que las miraban de forma sexual, la mayoría de respuestas eran
antes de los 12. Una usuaria escribió, lo cual me ha perseguido hasta ahora,
que un hombre adulto le había dicho que sus coletas eran “manillares” antes de
que pudiera siquiera entender lo que quería decir.
La obsesión pedófila de Humbert
Humbert es extrema, pero aparentemente ya no es la pesadilla psicológica que
era en los cincuenta… ahora, es tendencia.
Inmersos en nuestra propia lujuria,
nos olvidamos de los niños a los que estamos haciendo daño. Los niños no pueden
consentir a ser usados como objetos sexuales, y no pueden consentir a que se
sexualice su inocencia, tampoco. Las coletas y los uniformes de estudiante se
asocian típicamente con el porno, ahora. Es hora de que empecemos a recordarle
a la gente que no hay nada
de normal en cosificar a los niños o a las personas infantiles. No
es un vicio saludable o una peculiaridad adorable; es perpetuar la idea de que
las niñas menores son sexis, y animar a los hombres adultos a que las asedien.
Disfrutamos riéndonos de las mujeres adultas que ponen voz de bebé y llaman a
sus novios “papi”, pero no reconocemos que hay hombres adultos que piensan que
no pasa nada por ver a las chicas jóvenes como objetos sexuales. Lana del Rey
es un ejemplo popular de lo que llamo “infantilización sexualizada”: su voz
grave que canturrea se transforma en la de una niña burbujeante e inocente
mientras canta sobre escandalosas relaciones con hombres mucho mayores, y la
yuxtaposición es alarmante.
Es
nuestra responsabilidad proteger a estas niñas. Tenemos que transformar cómo se
las ve en los medios. Tenemos que luchar porque no se acaben avergonzando de
sus propios cuerpos, culpándose de ser acosadas, siendo acosadas en primer
lugar. Es saludable y natural para los niños explorar su propia sexualidad,
pero es traumático que un adulto se interponga. Hace más de medio siglo,
Nabokov describió a un hombre que antepuso sus propios deseos al bienestar de
una niña y lo pintó como un marginado. Ahora, los deseos de Humbert han
trascendido como la norma, y es a expensas de nuestras jóvenes hijas y primas y
hermanas. Tenemos que extender un nuevo mensaje: tenemos que proteger a estas
niñas, porque muchas de nosotras fuimos estas niñas."
Sin palabras
ResponderEliminarexcelente analisis y he de decir una cosa... las que critican la cultura lolita son mujeres como tú,que piensan...los hombres NO se ven reflejados en dolores haze as´que es raro hallar críticas de parte de un hombre : les conviene la pedofila aqunque lo nieguen . Pero si existen hombres que la critiquen y sus articulos son más que realistas y bien estructurados pero nunca podrán decir "yo fuí lolita, fui esa niña"
ResponderEliminarexcelente analisis y he de decir una cosa... las que critican la cultura lolita son mujeres como tú,que piensan...los hombres NO se ven reflejados en dolores haze as´que es raro hallar críticas de parte de un hombre : les conviene la pedofila aqunque lo nieguen . Pero si existen hombres que la critiquen y sus articulos son más que realistas y bien estructurados pero nunca podrán decir "yo fuí lolita, fui esa niña"
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