A mi querido cuerpo:
Hoy te escribo para avergonzarme, te
escribo para hacerte saber todo lo que siento haberte hecho pasar, por todo lo
que has tenido que soportar.
Perdóname, cabeza, por no dejarte vivir en
silencio. Por comerte todas las noches y más de una mañana o tarde. Perdóname
por no tenerte en cuenta cuando era el corazón quien hablaba. Perdóname.
Perdón, cuello, por no darte las caricias que
mereces. Por no mimarte. Por no dejarte las marcas que necesitas, por no
demostrarte que eres lo mas sensible en mí.
Perdonadme, costillas, por tantos golpes, por
tantos apretones de aquellos que no merecían acercarse. Perdonadme por arañaros,
malcriaros, heriros.
Perdonadme pechos por odiaros. No soy capaz
de veros bonitos. No soy capaz de superar la opinión que otros han plasmado.
Perdonadme si no os he hecho sentir como debíais, bonitos, valiosos y preciados.
Perdóname, barriga, tanto dentro como fuera,
por golpearte, arañarte,lesionarte, por no alimentarte y luego hacerlo
demasiado, por haberte hecho tragar tantas sustancias que no debías, y cuando
las has intentado devolver prohibírtelo. Perdóname, no lo merecías ni mereces.
Perdonadme brazos por morderos, y sobretodo
muñecas, perdonadme. Sois de las que más busco perdón. Sois en las me he desahogado, sois las que aún tenéis marca
de la desgracia de otros. Sois las que aun tenéis que soportar presión,
tristeza, enfado. Perdonadme. Siempre habéis sido mis compañeras, siempre habéis
sido mi apoyo, y no he hecho más que maltrataros, dañaros, arañaros, apretaros.
No merecíais nada de eso, merecíais y merecéis lo mejor. La alegría, los dibujos.
Miles de mariposas que os envuelvan. Que os acaricien. No más cuchillas, no más
filos, no más cristales, solo seda acariciándoos.
Perdonadme, caderas, por no valoraros cuando
tocaba y exhibiros cuando no. Por entregaros a cualquier promesa tonta de
felicidad y gozo. Por dejaros pasar el peor momento de mi vida. Por dejar que
las manos de aquel intruso se posaran en vosotras, y no su cara en mis puños. Perdón
por los golpes una vez más, cuerpo mío, perdón por no perdonarte ni una de mis
desgracias.
Perdón, piernas. Por todo. Y vosotras, actualmente malheridas, incapaces de ser mostradas a nadie más que no respete
lo que os he hecho. Vosotras que me aguantáis en pie, que me recogéis y me arropáis
cuando más desesperada estoy. Que me habéis hecho huir, esconderme de lo que debía,
disfrutar. Os he lesionado, un mes de venda no fue suficiente con el deporte que
me lo hizo. Perdonadme por ser la manera de refugiarme de lo que le había hecho
a mis muñecas, perdonadme por quedar marcadas para siempre. Perdonadme por no
contenerme. Por decir «no se ve, nadie lo sabe, nadie lo siente si no se ve».
Perdonadme por recibir caricias donde no debíais, caricias que os han dañado.
Caricias que han hecho que hoy y ahora estéis dañadas. Caricias que no deberían
prometer nada y llevan demasiado sueños detrás. Perdonadme piernas por no saber
cuidaros. Por maltrataros, otra vez. Por no saber refugiarme en otro lugar más
que en la sangre que emanáis. Por no preocuparme si esto se mancha, si esto no
se cura. No son vuestras cicatrices las que quiero curar.
Perdóname, corazón, por hacerte caso. Por
hacer lo que decías cuándo eso solo traía dolor. Traía que te acurrucaras en mi
pecho. Perdóname por hacerte latir más rápido de lo que debías. Por hacerte ir más
lejos de lo que podías llegar. Perdóname.
Perdóname, cuerpo. Perdonadme cabeza, cuello,
pechos, barriga, piernas y sobre todo: perdonadme, pies, por llevaros donde no debía, por arrastraros donde no quería, por machacaros por llegar donde sí quería.
Perdón. Perdóname.
Es precioso.
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