Este es un artículo de @nitamoriart, Ana Martín, sobre la gordofobia y el daño que hacen ciertas palabras y burlas. Nada más leerlo supe que necesitaba darle a esta chica un lugar donde proyectar su voz porque por su forma de escribir y lo que escribe se merece que la lean.
"El bodyposi no se enseña; la gordofobia, sí.
Iba a comenzar este artículo diciendo que
siempre fui esa chica rellenita de la que se burlaban, pero no sería realmente
cierto. Cuando era un bebé -un bonito bebé sonriente y gordito- no tenía estos problemas.
Porque cuando eres un bebé, estar gordito es sinónimo de buena salud, pero en
cuanto empiezas a andar por tu cuenta se convierte en un problema.
Generáis un grandísimo problema y tenéis
después la cara dura de decirnos que para liberarnos deberíamos poner en el
punto de mira a las chicas delgadas, cuando ellas no tienen ninguna culpa.
Dejad de decirnos que luchemos para que hagan las tallas más grandes y empezad
a aceptar que existe un grandísimo abanico de números y no todos podemos
encajar en una 38 porque no todos medimos lo mismo.
Hoy escribo esto para todas aquellas chicas
que no tuvieron amigas lo suficientemente empáticas como para decirles que no
estaban gordas, o para decirles que lo estaban y aun así eran preciosas.
Escribo esto para todas aquellas personas que tuvieron que aguantar a sus padres
martirizándoles en las comidas familiares instándoles a dejarse el postre.
Escribo esto para todas aquellas chicas a las que nos prohibieron usar
tirantes, shorts y palabras de honor para no ofender a una sociedad incapaz de
ver nuestra carne sin poner cara de ir a vomitar. Escribo para todas aquellas
personas que tuvieron que aguantar una y otra vez el “no encontrarás a nadie
que te quiera si no adelgazas”. Escribo para todas aquellas personas que fueron
rechazadas por su cuerpo -y no de buenas maneras. Esto es para vosotros: ni
vuestro peso ni vuestra constitución física -y mucho menos los comentarios
ajenos- determinan ni vuestra belleza ni vuestra valía. Porque el canon de
ahora nos odia, pero hace 200 años habríamos sido hermosas -y hermosa no habría
sido sólo una forma bonita de decir “gorda”, sino que habría significado
“bella” de verdad-; los artistas habrían querido pintarnos o esculpirnos, y la
exhibición de nuestros cuerpos habría sido motivo de admiración en lugar de
vejación. Escribo para deciros que podemos dejar a nuestros adipocitos tragarse
todos esos odiosos comentarios y quemarlos como la grasa que nos hizo sentir
mal. Podemos llevar la ropa que queramos. Podemos sentirnos fuertes y sexys.
Podemos escupirles a los que usan el “gordibuena” como halago y hacerles saber
que nuestro grosor no nos impide ser bellas, que no necesitamos sus etiquetas.
Porque no es mi imagen la que ofende: son sus palabras.
Ana
Martín"
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