Os traigo una entrevista con Ángelo Néstore, poeta, actor y profesor en el Departamento de Traducción e Interpretación de la Universidad de Málaga.
Actualmente co-dirige el Festival Internacional de Poesía de Málaga Irreconciliables y la editorial de poesía feminista La Señora Dalloway. Ha publicado Adán o nada (Bandaàparte Editores) y Actos impuros (Ediciones Hiperión, XXXII Premio de Poesía Hiperión).
Con dieciocho años se alzó con el Premio a la Mejor Interpretación Masculina en el Concurso Nacional de Teatro Vittorio Gassman de Roma. Su últimas obras teatrales son el monólogo en homenaje a Gloria Fuertes Esto no es un monólogo, es una mujer (autor y director) y la pieza en solitario Lo inhabitable, en la que dialogan poesía, teatro y performance. Recientemente se le ha otorgado el Premio Ocaña a su trayectoria poética en el XXII Festival Internacional de Cine LGBT de Extremadura.
·Para
mí, tu poesía aúna la Historia compartida y la individualidad única en un
conjunto de versos que hablan, como pocas además de la Literatura pueden
hacerlo, de una genealogía que retrocede muy atrás en el tiempo pero que se
expresa en ansias y dolores contemporáneos. ¿Cómo ha sido el proceso de
desarrollar tu propio estilo a la hora de escribir, y cómo ha cambiado todo
desde que empezaste a hacerlo por primera vez?
Realmente,
mi historia con la escritura es un poco peculiar porque comencé tarde, con 25
años. Empecé a escribir en castellano, lengua que aprendí con 21 años. En
realidad, nunca me había lanzado a la escritura, ni siquiera en Italia, por
ejemplo, el país donde pasé los primeros los 21 años de mi vida.
Tengo
la sensación de que he ido acumulando dentro de mí durante todo este tiempo
mucho material vital que de repente he lanzado al mundo, y realmente, al
reflexionar sobre esto, sentía casi una frustración cuando me subía, por
ejemplo, a un tren y de repente aparecía una imagen… Lo típico que nos pasa a
las personas que escribimos. Pero trabajaba sobre todo con lo visual; recuerdo
por ejemplo la imagen de una silla de plástico al lado de un árbol, de un
olivo, en un tren, me preguntaba por qué había acabado allí, me inventaba una historia.
Quiero
decir que en todo este recorrido vital nunca me había planteado que ese podía
ser el germen de la escritura. Sin embargo, con 25 años, todo cambió y fue gracias a la traducción, porque traducir tiene mucho que ver con
la interpretación, algo a lo que sí me he dedicado desde temprana edad; te
metes en la piel de una autora y, de repente, eres esta autora en otro idioma.
Empecé a traducir a María Eloy García, y después de traducirla, no conseguía
quitarme la máscara; y me di cuenta de que quizás esa máscara me pertenecía a
mí también.
Y a
partir de ahí rescato todo un Universo que tenía dentro, y de la lectura. A mí,
por ejemplo, me ha influenciado mucho la lectura de Pasolini, de Leopardi…
sobre todo son referentes italianos, y desgraciadamente, masculinos todos;
porque es lo que de pequeño leía en los libros de textos. Pero luego sí que
empecé a acercarme a los feminismos a través de Virginia Woolf, que sé que es
muy cliché, pero es verdad. A los 15 años leí a Virginia Woolf y empecé a
hacerme preguntas como: ¿por qué no hay más mujeres?
Y allí
emprendí este camino, que he llevado dentro hasta los 25 años. Por eso quizás
en mi proceso creativo, en mi escritura, intento crear un puente entre estos
distintos momentos de mi vida, que tienen que ver también con distintos
momentos históricos y mi manera de abordar el Arte y la Poesía en un contexto
distinto con respecto al español. Yo, de España, me sabe mal, pero prefiero ser
honesto; era muy cateto, sólo conocía El Quijote. Y a partir de los 21 años fue
todo leer, aprender el idioma… empezar a construir mis referentes. Pero ya
podía empezar a construir desde una visión un poco más crítica.
·Pero
no podemos hablar de tu poesía sin hablar de la ruptura con la norma, de la
honestidad de saber que o rompemos con el rol de género impuesto y con la
imposición de la heterosexualidad, o nos rompen ellos a nosotras. ¿Hay algo que
caracterice a la poesía queer, a la poesía LGTBI, esa poesía que va “más allá”
del supuesto del binario hombre/mujer y del esquema heterosexual? ¿Qué crees
que es lo más fundamental que la poesía puede aportarnos a las personas que nos
salimos de esas normas, y viceversa?
Desde
luego, yo no concibo la poesía (o mi manera de hacer poesía) sin que sea
política. Porque en el momento en que abres una ventana hacia el mundo y
decides compartir algo que tiene que ver con una reflexión, no es un texto
espontáneo, sino que es un texto que surge a raíz de una reflexión y no puede
no ser político. Es muy importante compartir. Y está claro que yo tengo otros
textos que igual decido no compartir porque, aunque no pretendo que sean
Universales, me gusta que los textos puedan trascender lo personal, y se
conviertan en algo político. Y ahora más que nunca, después de lo que pasó
anoche. La poesía queer puede poner de manifiesto los esquemas del poder
normativo y patriarcal y poner en el centro otros sujetos que siempre han sido
silenciados. Y que hoy en día, después de lo que pasó ayer, por ejemplo, en las
Elecciones andaluzas, te das cuenta de que se siguen empleando como
herramientas para obtener poder. Es decir, un partido como VOX ¿qué elementos,
qué sujetos, utiliza para poder justificar su poder, o para poder adquirir un
poder, que físicamente son escaños? Un discurso que va contra personas homosexuales,
inmigrantes… Evidentemente, todo el tema también del machismo, contra las Leyes
que tengan que ver con la Violencia de Género. Otra vez, se está intentando
desplazar a estos sujetos.
Lo que
creo que hace cada vez más necesaria la poesía queer es no sólo visibilizar,
porque eso ya con el tema de las redes sociales y todo lo que se está haciendo,
ya la convierte en una herramienta más; pero lo que puede hacer esta disciplina
es dotar de un sentido político esta visibilización, esta reflexión.
Y sobre
todo, vincular este empoderamiento a aspectos de la vida cotidiana. Porque la
poesía muchas veces, la que yo hago, intenta recoger cosas que ocurren en la
vida y ofrecer una visión, un punto de vista. Es como ver lo mismo pero desde
otro prisma. Y la vida, desgraciadamente (y no), te da todos estos objetos a
los que dirigir la mirada.
·A ese
respecto ¿cómo ves el panorama actual del mundo editorial, literario y poético
en lo que se refiere a la aceptación e incluso reconocimiento de poetas LGTBI,
poetas queer? ¿Cómo de rígido es el molde que trata de aprisionarnos a quienes
escribimos fuera de los márgenes, o nos lo hemos cargado ya?
No,
desgraciadamente, no. Aún estamos trabajando dentro de unos moldes rígidos en
los que prima siempre, a nivel editorial, la venta. Prima el beneficio
económico y todo se mercantiliza; lo estamos viendo, cómo se mercantiliza la
poesía y cómo se convierte en un género de grandes ventas.
Sin
embargo, también creo que aunque siga el sistema neoliberal muy vinculado a los
círculos de producción de la poesía, y de difusión de esta, últimamente están
naciendo propuestas muy potentes, contraculturales, y que apuestan por un
cambio verdadero. Y por ofrecer miradas distintas.
Se me
ocurren, por ejemplo, editoriales más pequeñas, lo que no significa que no sean
editoriales que están luchando en esta dirección; harpo libros, ya lo dijo
Casimiro Parker, saltadera, tránsito, Amor de Madre… las hay, hay realidades
como estas, que existen y que están haciendo una labor impresionante.
Y
también te digo una cosa que es verdad, y no me gusta mucho hablar de mí en ese
sentido, pero el haber sido otorgado un Premio Hiperión, un premio canónico,
mainstream, a un libro que se expresa en estas condiciones, es significativo.
Está en un contexto temporal y político en el que ha sido posible colarse,
porque para mí se ha colado. Y eso lo reivindico mucho.
Cuando
me preguntas si ya nos hemos cargado estos moldes, pienso en algo que
reivindica una autora estadounidense, Alison Bechdel, que lo hace desde su
disciplina, el cómic, y aunque empieza desde los márgenes, con un discurso
subversivo… ahora está dentro de la norma, quiero decir que trabaja desde allí.
Y yo creo que eso es muy importante; y no podemos conseguir un cambio si no nos
desplazamos también hacia la norma. Reventarla desde dentro, y con esto me
refiero a darle la vuelta. Por eso me alegra, a través de este libro, haber
llegado a una editorial mainstream; todo lo mainstream que puede ser el mundo
de la poesía.
·Eres,
además de poeta, actor, traductor, profesor y editor. A veces resulta
desmoralizante querer dedicarnos en cuerpo y alma al mundo de las letras y de
las artes en general, porque parece que no se puede vivir de esto; a mí,
además, me llega a desanimar ser consciente del canon literario preexistente,
ya que a veces parece que la única Literatura y el único Arte con mayúsculas
sean los del varón blanco, occidental, heterosexual… ¿Qué nos dirías a todas
aquellas personas que queremos dedicarnos de alguna forma a escribir, a editar
(y auto-editar), al Arte en general? ¿Cómo ha sido tu experiencia como artista
multidisciplinar, y cuál es para ti el futuro para este mundo tan rico pero al
mismo tiempo tan obstaculizado a veces?
Yo,
realmente, digo: más que multidisciplinario, lo llamaría transdisciplinario. Es
intentar trascender el mismo concepto de disciplina. Por ejemplo, cuando hago
una obra de teatro, para mí es poesía también; el primer libro tiene una
estructura teatral. Intento pensar más allá de las etiquetas, mi manera de
abordar la disciplina a la que me dedico es hacerlo desde este punto de vista
transdisciplinar.
Y me
lanzo muchas veces al vacío, porque este tipo de apuestas, como la última, Lo
Inhabitable, si queremos integrarlo en una etiqueta, podría ser una obra de
teatro, un recital escénico… aunque en realidad mezcla poesía, artes escénicas
(teatro), performance… es una mezcla de todo, y también artes audiovisuales.
Así que es muy difícil, desde luego, colocar este tipo de apuesta en festivales,
porque ni es una obra de teatro ni es un recital.
Muchas
veces el molde, como tú dices, obliga a poner una etiqueta; porque claro,
tienes que comer, te tienes que mover, ponerlo en marcha. Pero, por otro lado,
en mi caso recibo una buena respuesta. Es decir, que trabajemos yendo un poco
más allá de las etiquetas, y lo propongamos como un ejercicio híbrido, porque
mi concepción de la poesía, y del teatro, y de todo es híbrida. Y la gente se
va abriendo a este tipo de propuestas.
Mi
recomendación es siempre hacer lo que de verdad nos mueve, intentando obviar
los obstáculos del sistema.
·Co-diriges
el Festival Internacional de Poesía de Málaga Irreconciliables, así como la
editorial feminista La Señora Dalloway. ¿Qué es lo más importante que vienes
aprendiendo de estos procesos de dar con otros autores, con otros escritores y
poetas; qué te aportan fundamentalmente estos proyectos en los que te vienes
embarcando?
Para
mí, son los proyectos que me dan vida. Sobre todo, porque trabajo con personas
estupendas; y hace que ese trabajo, la poesía, que muchas veces se relaciona
con la soledad, ya no sea así, que se convierta de repente en una fiesta. Y la
fiesta, la celebración, son algo muy importante en la vida; me he dado cuenta
con estos procesos.
Como
con el lanzamiento de un libro, que lo celebras, y formas parte de este camino
con esta autora; como en un festival, que compartes espacio-tiempo con autoras.
Por
eso, por un lado siento que estamos intentando romper, crear fisuras, dentro de
la norma; y de la misma norma poética. Porque evidentemente estos mecanismos
funcionan también dentro de los festivales de poesía, dentro del mundo
editorial. A mí me produce placer crear estas fisuras, tanto dentro de las
editoriales como de los festivales de poesía; y sí, nos encontramos con
resistencia, pero por otro lado creo que ha sido tan enriquecedor, llevamos los
proyectos con tanto entusiasmo… que, por parte de las instituciones, no hemos
encontrado ningún tipo de resistencia.
Allí se
instaura, y eso es lo bonito, una relación también de confianza y apoyo a la
hora de realizar proyectos de tanta envergadura. Porque sobre todo el festival
es un proyecto muy difícil de llevar para dos personas. Porque yo digo que
co-dirijo, pero realmente también adelantamos dinero, es algo muy artesanal, en
realidad. Y este matiz artesanal hace que sea aún más bonito.
·Últimamente
me ronda mucho la cabeza la cuestión de las redes sociales, del papel que
tienen estas a la hora de volver más accesible y hasta comunitaria la poesía,
puesto que muchas más personas que empezamos “de cero” escribiendo podemos
acceder a una visibilidad antes quizás reservada a aquel a quien le publicaban;
además, parece que en el medio virtual más personas que escribimos desde la
vivencia de resistir, desde la migración, la racialización, lo LGTBI y queer…
somos leídas y escuchadas. Pero, al mismo tiempo, me preocupa que en las redes
sociales cuente más lo que es rápido y fácil de consumir, lo que repite un
mantra ya masticado y memorizado, que lo que de verdad nos conmueve y hace
reflexionar. ¿Qué piensas tú de este fenómeno de la poesía en redes sociales?
La red
social siempre se ha puesto otra etiqueta, porque claro, nos encantan las
etiquetas. Hablo todo el rato en contra de ellas, porque desde la teoría queer,
lo que se aplica al género se puede aplicar a todo. La etiqueta de la poesía de
las redes sociales, que siempre se relaciona con algo de muy poca calidad, algo
muy efímero.
Pero en
realidad yo creo que las redes sociales son un medio de comunicación, y no
tenemos que confundir el medio con el objeto. Yo he visto muchos libros
impresos que tienen la misma o peor calidad. Es muy fácil encontrar el enemigo
fuera, y eso, salvando la distancia, es lo mismo que hacemos con la homofobia,
la xenofobia. Esto está mal, y fin. Y no, perdemos todos los matices; las redes
sociales son un escaparate, he visto poemas muy buenos compartidos en las redes
sociales, pero yo creo que estamos reflexionando sobre la función que tienen
las redes.
Las
redes sociales se suelen emplear cuando tienes poco tiempo, estás en un medio
de transporte, cuando estás aburrida… es una forma de ver algo de manera
rápida. Es otro tipo de poesía, de texto; otra que implica una reflexión más
efímera. Lo que quiero decir es que las redes sociales, está claro, no están
hechas para reflexiones más atentas, más elaboradas; sino para textos más
efímeros, y sí que he visto textos potentes y muy buenos, pero no tienen el
mismo gancho, o la misma facilidad para que alguien dé me gusta, o RT, o
comente. Porque en este momento en que nos acercamos a la red social eso no es
probablemente lo que estamos buscando.
Por
eso, creo que se le está intentando otorgar un papel a las redes sociales que
no tienen. Es más fácil que textos más sencillos tengan mayor repercusión ahí.
Y yo no soy nadie para decir a la gente lo que tiene que hacer, los momentos en
los que tienen que leer. Quién soy yo para decir eso.
Y creo
que ahí está, probablemente, el fallo; en buscar en las redes sociales algo que
no te van a dar. He hecho experimentos con mis propias redes, poniendo por
ejemplo una foto, y plasmando un hecho en el texto, un texto sin reflexión; y
tiene muchos comentarios, muchos me gusta. Pongo luego, por la tarde, un texto
sobre la importancia de la lucha por la visibilización y la normalización del
VIH y no tengo nada. Ningún tipo de interacción, de me gusta… de nada. Entonces
esto es probablemente porque la gente que usa las redes sociales no quiere eso,
acude para eso a un libro, a otro tipo de medio. Esa es de momento mi visión de
las redes sociales. Quizás no tenemos que reincidir en ellas y en lo que lee la
gente ahí, sino luego, trabajar desde un punto de vista más formal, desde la educación,
para educar para leer otro tipo de texto. Pero no digamos no a las poetas de
redes sociales, ni a nosotras, que las disfrutamos.
Para
mí, por eso, la educación es la base; de hecho, este mes voy a cinco
institutos, gracias a Cristina Consuegra, que es una gran cabeza cultural aquí
en Málaga. Lo que estamos haciendo es promover un diálogo entre autoras e
institutos, adolescentes. Allí sí que tenemos que trabajar; en vez de ir diciendo
“es que la gente, en redes sociales…”, trabajando con los institutos. Tener la
posibilidad de hablar con adolescentes de feminismos.
·Por
último, te llevo a mi terreno: ¿me recomiendas alguna poeta lesbiana que, a tus
ojos, esté pasando más desapercibida? Si quieres, también puedes hablarnos
sobre algún proyecto futuro o en proceso que te ilusione especialmente.
¡Gracias!
Desgraciadamente
las mujeres lesbianas han tenido muchos más problemas de aceptación dentro de
los discursos normativos con respecto a los poetas hombres homosexuales, porque
no sólo son homosexuales, sino también mujeres.
Ese es un gran tabú, una gran barrera que tenemos
que conseguir romper ya, porque ha llegado el momento. Por eso, entre poetas
lesbianas, te recomiendo a Sara Torres, que está a punto de sacar un libro
nuevo. Berta García Faet, María Eloy-García y, por supuesto, a
Violeta Niebla.